La miniserie británica «Adolescencia», estrenada en Netflix el 13 de marzo de 2025, ha generado un amplio debate por su representación cruda y realista de la violencia juvenil y la influencia de las subculturas misóginas en línea. La trama sigue a Jamie Miller, un adolescente de 13 años acusado del asesinato de su compañera de clase, Katie, explorando las complejidades de su entorno y las motivaciones detrás de su acto violento.

Adolescencia impacta por su cruda narrativa y por su capacidad de revelar una verdad incómoda: el abandono emocional y los entornos tóxicos forman una combinación explosiva que muchos adultos se niegan a reconocer. A través del personaje de Jamie —un adolescente atrapado entre la invisibilidad afectiva, la violencia adulta y los discursos radicalizados en línea—, la serie lanza una advertencia urgente. No estamos frente a un caso aislado, sino ante el reflejo de una generación que crece en soledad, sin referentes confiables ni espacios reales de contención. La violencia sutil —y a veces explícita— ejercida por adultos en contextos escolares y familiares, abre camino a un adoctrinamiento silencioso que captura la mente de niñas, niños y adolescentes vulnerables. Esta historia ha encendido un debate entre educadores, madres, padres y cuidadores, obligándonos a enfrentar la desconexión intergeneracional y a preguntarnos cómo estamos formando —o deformando— a quienes vienen creciendo en un mundo que parece haber olvidado la ternura.

Diversos artículos han analizado cómo la serie aborda temas como la soledad, la violencia ejercida por adultos y las narrativas radicalizadas que pueden convertirse en una «bomba de tiempo» en la vida de los jóvenes. Por ejemplo, un artículo de Los40.com destaca la representación de la «manosfera», una subcultura en línea que promueve la misoginia y la radicalización de jóvenes varones, y cómo esta influencia es central en la transformación de Jamie. La psicóloga Claudia Nicolasa, citada en Los40.com, analiza el comportamiento de Jamie, señalando su percepción de las mujeres como objetos y presas, reflejando una «masculinidad conflictiva» que se relaciona con un profundo miedo al rechazo y una necesidad de validación masculina.

La violencia sutil —y a veces explícita— ejercida por adultos en contextos escolares y familiares abre camino a un adoctrinamiento silencioso, muchas veces impulsado desde plataformas digitales donde se normalizan ideas misóginas y extremistas. Tal como advierte el portal educativo Kidslox en su análisis sobre la manosfera, estos espacios virtuales —compuestos por subcomunidades como los “incels”, “red pill” o “men going their own way”— promueven una visión distorsionada y peligrosa de la masculinidad, culpando sistemáticamente a las mujeres y alimentando la frustración emocional de jóvenes vulnerables. Estas comunidades, muchas veces invisibles para el mundo adulto, actúan como cámaras de eco donde el dolor y el rechazo se transforman en odio y resentimiento.

Adolescencia visibiliza ese proceso: el paso del aislamiento a la radicalización, desde la desconexión emocional hasta la violencia. La historia de Jamie ha encendido un debate necesario entre educadores, madres, padres y cuidadores, obligándonos a mirar de frente la desconexión intergeneracional y a cuestionar cómo estamos (o no estamos) acompañando a niñas, niños y adolescentes en un mundo hiperconectado pero cada vez más desprovisto de afecto genuino, pensamiento crítico y contención emocional.

Además, el periódico El País resalta la colaboración entre la serie y el exseleccionador de fútbol Gareth Southgate para combatir la masculinidad tóxica en las redes sociales, subrayando la relevancia de la serie en el contexto actual.

En resumen, «Adolescencia» ofrece una mirada profunda y perturbadora sobre cómo la soledad, la violencia adulta y las narrativas radicalizadas pueden influir en los jóvenes, convirtiéndose en una advertencia sobre los peligros que enfrentan en la era digital y la importancia de la intervención y el diálogo para prevenir tragedias similares.